sábado, 10 de julio de 2010

Lo único que le pido a la vida es poder tener la certeza de que cada momento me pille viviendo, y que pueda horadar (cuanto más profundo mejor) en todas y cada una de las playas que mis dos piernas me permitan visitar. Quizás mis pasos me guíen a lugares que otros ya han visitado, pero no me importa el destino, me importa el camino. Así, para ver el mundo, sólo me hará falta mirar bajo mis pies.
Está claro que somos aves de paso: desde el Big Bang o la Creación, llamadlo como queráis, hasta el año en que nací han transcurrido millones de años. Entre el año en que nací y hasta el año en que muera habrán pasado, ¿quién sabe?, treinta, cuarenta, cincuenta o sesenta años. Y, desde el año en que muera hasta que todo acabe, pasará una eternidad. Es decir, que la cantidad de años que voy a pasar vivo con respecto a los que voy a pasar muerto es sumamente ínfima. Por eso, no pienso dejar que pase un solo segundo sin agarrar la vida con las dos manos, sin sentir cómo el aire que respiro hace que se ensanche mi pecho, sin decir todo cuanto siento y sin perder la oportunidad de hacer lo que me venga en gana. Y, si el peso del pasado me arquea la espalda, o el miedo al futuro me hace pasar las noches en vela, ya me ocuparé yo de tocar un nuevo acorde, mezclar un color nuevo, recordar unos ojos o, por qué no, pronunciar un "te quiero".

Somos una conjunción de tierra y aire, somos hijos de las estrellas y, como tales, la materia que nos compone vuelve tarde o temprano al suelo para engendrar una vida nueva. Una vez que esto pase, ya no seremos nada, todo cuanto hayamos sido dejará de serlo, pero quedará una parte de nosotros en forma de recuerdos en cada persona con que nos hemos topado, en cada alma que hayamos tocado, y esa parte seguirá viva y latente mientras esa persona nos recuerde. Por eso, se trata de pisar fuerte y dejar huella, no de pasar levemente sin dejar rastro.

Así pues, puedo dar gracias por cada uno de los latidos que han permitido a mi cuerpo mantenerse vivo el tiempo suficiente como para escribir esto, porque al fin y al cabo, la vida es sólo eso, un momento que se escapa en el siguiente momento, como arena que, fina y escurridiza, se escurre lenta e irremediablemente de nuestras manos.

No se trata de vivir, se trata de estar vivo.

Algunos soñarán con mujeres. Otros desearán fama y riqueza. Lo respeto. Pero yo, por lo pronto, me aferro cada noche a mi sueño.

lunes, 5 de julio de 2010

El secreto

Vale, ahora siéntate frente a mí, y mírame a los ojos.
Escucha:
¿Qué cojones le puedo pedir más a la vida?

lunes, 8 de marzo de 2010

Impulso nervioso


Pero hay una fuerza extrañan que me impulsa a seguir. No puedo describir qué es. Una voz paciente, que sabe que caigo. Pero me ayuda a levantarme, Está tranquila, parece pensar que es normal. Que mire adelante. Que en mi camino se cruzará alguien.
Como su padre, Por lo que tuvo que sufrir. Despertar y ver a los suyos, mientras en su interior la sangre se agolpa y siente que se asfixia. Y su vista se nubla. Empieza a entornar los ojos, consciente de que será la última vez. Un revuelo recorre toda la sala. Escalofríos. Miedo. Su alma se va, dejando un poco de ella en cada uno. Y niños. E hijos, El amor dado, tiempo invertido. Esfuerzo. Pero todo compartido, caminando juntos. Explanada a veces, jungla caníbal en otras ocasiones. Y abre una herida. Y sangra a borbotones. Nadie lapara. Sueños rotos. Se esfuman. Como la blanca espuma de las olas. Muestra de la fragilidad humana. Y grandeza a la vez. Son sentimientos, escalofríos. Es el tiempo. ¿Qué es el tiempo? ¿Y la gente? No hay cosas que se vean. Al final todo se va. Pero hay sueños. Y hay que luchar por ellos, por todo. Ensanchar el camino. Imponerse a la brevedad de los días. A la fugacidad del tiempo. Quererse y querer. Quererse para poder querer. Avanzar, caer. Volver a rectificar. Ser uno. Unidad. Encontrar cosa nuevas. Abstenerse de la rutina. Sentir. Llorar. Porque es humano. Es bueno llorar. Y derramar lágrimas. Sentirse vivo. Emocionarse. Que por nuestro interior hay algo más que células. Transmitir. Enseñar. Marcar y dejar huella. Para cambiar el mundo. Para cambiar vidas. Porque uso mi mente como metralleta. Mente despierta, obervadora, ágil y frágil. Que siente. Y vuelve a llorar.
Cuánto darían porque él estuviese aquí. Volver a casa después del trabajo y encontrarse su sonrisa. Porque es mejor así. Sonrisas. Lágrimas. Todo en uno. El paso a una vida mejor. Esto es una aventura. Dicho paso es sólo el siguiente recodo del camino. No vemos más allá de él. Y eso nos asusta. Miedo. Que es humano. Miedo a perder. Miedo a ese último suspiro, último hálito, esperanza. Porque debe haber esperanza. Porque eso les enseñó él. Conectado a la vida. Acceso denegado. “No importa. Quiero que me veáis. Me duele mucho. El alma. El cuerpo. Pero quiero que me sintáis” Clamo al cielo.Sin respuesta. Estoy solo. Pues solo ando. Ahí. Aquí. Qué importa. Soy yo.
La locura. Creo que me invade, Es una línea fina, y no sé situarme,pero no me importa. Porque soy yo. Y más importante aún. Siento que soy yo. Es ver, que no mirar. Y poder sentir. No importa el recuerdo. El recuerdo es sentir. Por eso, vivir al máximo. Es poco. Que lo sea. Pero que también sea intenso. Como una droga. Adicto a la vida. Quién sabe si a los besos. Pero adicto a algo, que algo me mueva. Lágrimas de esperanza las que ahora derramo. Se exilian. Lágrimas fugitivas. No son culpables. Son sólo lágrimas. Extraño divagar. Extraño pensamiento. Sólo marca lo que es extraño. Andar y ver, ver por dónde se anda. No olvidar el objetivo. El objetivo e encontrar respuestas. Buscar, pues. Alma inquieta. Alma aventurera. Alma que no sabe qué le espera. Pero nos e inquieta y acepta. Da mucho a cambio de nada. Se abre fácilmente, aunque la dañen. Corre, y busca tu sitio. Siente la armonía que mueve al universo. El universo es tuyo. Alma, lágrimas, nervio y corazón. Mézclalo a tu antojo, pero mezcla. No hay receta. La receta está en ti. Si esquemas. Si los hay, rómpelos. Muerde. Orgullo.
Florece en invierno. Crece al borde de un abismo. Que desprende su aroma sin saber si alguien llegará a olerlo. Pero lo desprende. Le va la vida en ello. No conserva. Ni se reserva. Dice lo que siente. Y así no se arrepiente. Muere. Y cae. Pero aún vive.En la fragancia del aire, que impregna los sentidos. Me satura. Y vuelvo a sentir escalofríos. Es vivir. Sin rencor. Sin guardarse. Qué importa si más tarde tendré que irme. Lo ojos hablan, aprende a leerlos. Y recuerda la flor del precicipio. Guárdala. Y estarás vivo.

De lo injusto e innecesario

A veces quiero ser

tan humano

tan imperecedero

como las lágrimas de un ciego.

Fluir


Imagen tomada en el río Záncara, cercano a mi pueblo.

De lo justo y necesario

En los prontuarios escondidos
De las civilizaciones momificadas
con el oro derretido giro
en un avión parapetado
para repartir por el cielo el motivo
para hacer visible el calvario
de la creencia en vuestro dios
de lo justo y necesario

miércoles, 3 de marzo de 2010

Siempre te veo de espaldas


Hoy

Gasté mi última bala

Te la tiré

Como siempre

A la espalda


Lo único que siempre

a vista he tenido…


Hoy

Aposté al negro

Debajo de la escalera

Y el tragaluz la luz

Se la tragó entera


Lo único que siempre

De ti he sabido…


Hoy

contigo se fueron

otoño e invierno

Y la primavera

Entre tanta humareda

A consolarme no ha venido.


Lo único que siempre

De ti he recordado…


Y entre tu sombra y la mía

un recorrido ciego